domingo, 20 de abril de 2008

Niños Ocultos (III): confinados.

Encarcelados bajo tierra, encerrados en una habitación sin prácticamente ningún contacto humano, víctimas de abusos y maltratos...; así pasan algunas personas su infancia, adolescencia incluso madurez. Estas situaciones suelen producirse cuando los progenitores sufren algún tipo de incapacidad o deficiencia intelectual o física aunque no es difícil encontrar casos en los que no se dan estas condiciones. A continuación vemos los más destacados:

Kaspar Hauser, el muchacho venido de ninguna parte


"Este joven no es ni un loco ni un imbécil, pero es manifiesto que se le ha separado por la fuerza y con crueldad de todo contacto con los hombres. Desde su más tierna infancia permaneció alejado de la sociedad y educado a escondidas de los demás, en un lugar en el que no podía penetrar la luz del día. Y así permaneció hasta el momento en que, de repente, apareció entre nosotros". Con estas palabras el doctor Preu, médico oficial del Tribunal de Nüremberg, describía la situación que había vivido el muchacho hasta antes de ser encontrado.

El día 26 de mayo de 1828 (lunes de pentecostés) mientras que en las calles de Nüremberg toda la gente cantaba y bebía cerveza sin cesar, hacía su aparición en la plaza central un muchacho encorvado, de aspecto simiesco, con la mirada turbia, la mandíbula desencajada, los dedos de los pies ensangrentados, y con la ropa hecha andrajos.

Su comportamiento, además de su aspecto, asustó a los transeúntes: intentó agarrar la llama de una vela, la comida le producía náuseas, contestaba a todo con un no sé y llamaba a todas las personas “chico” y a los animales “caballo”.

El capitán Friedrich von Wessing acudió al encuentro con el muchacho ya que así se pedía en la carta que Kaspar llevaba en sus manos. En ella se suplicaba al capitán que transformase a su portavoz en un soldado de caballería y finalizaba con las siguientes palabras: “"si no quiere conservarlo, debe matarlo con la espada o colgarlo". Von Wessing se desentendió entregándolo a la policía local.

El caso se convirtió en el gran enigma de Europa cuyo punto trascendental era el origen del muchacho. Pronto se especuló que podía pertenecer a la nobleza, miembro de la familia reinante de Baden o, como afirman las hipótesis más recientes, un hijo ilegítimo de Napoleón y de Estefanía de Beuharnais.

Su alfabetización era necesaria para que se fuesen despejando todos los interrogantes. A las seis semanas hablaba con fluidez, leía y escribía y, poco a poco fue tomando conocimientos en latín, filosofía y ciencias.

Su muerte, en 1833 y precedida del asesinato de su abogado, conmovió al pueblo y también estuvo llena de misterio. En un principio se apuntó al suicidio pero el joven antes de morir dijo: “no lo hice yo”.

La relevancia de la vida de Kaspar Hauser ha provocado la utilización de su nombre para casos en los que niños carecen durante mucho tiempo sin afecto paternal o incluso contacto con otras personas (síndrome de Kaspar Hauser). Además su vida fue llevada al cine en 1974 con el nombre de El enigma de Kaspar Hauser de Werner Herzog.



Genie Wiley

Nació el 18 de abril de 1957, vivía con sus padres y su hermano mayor John. La pareja formada por Irene y Clark Wiley, era inestable. Ella sufría una ceguera muy notoria y él veinte años mayor que su esposa, padecía un cuadro depresivo agravado a causa de un accidente de tráfico que mató a su madre, y que le provocaba propinarle frecuentes palizas a su esposa.

El médico familiar pronto sugirió que la niña presentaba problemas de aprendizaje y posiblemente también un retraso mental. Clark llevó esta situación al extremo, llegando a creer que las autoridades le quitarían a su hija, o que sería llevada a una institución especializada, y que era su deber proporcionarle un tratamiento doméstico y "protegerla" de los peligros del mundo exterior.

Desde ese momento su padre la tuvo encerrada en su cuarto, atada a una silla y ataviada con un pañal. No la enseñó a comer, (su alimento hasta los trece años consistió en comida de bebé) ni a ir al baño, ni a hablar (cuando llegó a la adolescencia sólo entendía veinte palabras).

La suerte de los demás habitantes de la casa no era muy diferente, pues debían permanecer cautivos y observados por Clark mientras les apuntaba con su pistola, salvo en ocasiones especiales.

En 1970, Irene consiguió escapar llevándose a sus hijos y acudiendo a una oficina de beneficencia. Poco después los progenitores fueron acusados por maltrato infantil y Clark se suicidó. Genie fue llevada al Children's Hospital de Los Angeles y de inmediato se notó su extraño comportamiento: su modo de andar era similar al de los canguros, estornudaba, escupía y rasguñaba. Casi no emitía sonidos y se dedicaba a buscar objetos con los que intentaba masturbarse.

La cuestión fundamental era si era posible aprender a esa edad y, sobre todo, cómo influye el ambiente en el desarrollo de las habilidades lingüísticas. Justo en ese momento, gente como Eric Lenneberg y Noam Chomsky establecían una crítica contra las teorías del lenguaje. El primero decía que hay cierto umbral de desarrollo en el cual el cerebro está diseñado para aprender tareas como el lenguaje; pasado este tiempo, es inútil tratar de aprenderlo. Por el contrario, Chomsky afirmó: los niños desarrollan el lenguaje porque están preprogramados para hacerlo, es algo innato.

Tras pasar por el cuidado de la señora Butler, quien quiso adoptarla, y el de David Rigler y su esposa Marilyn, con los que permaneció cuatro años, después del juicio se decidió que debía volver con su madre. La dificultad que suponía convivir con su hija la indujo a llevarla a hogares adoptivos en los que fue nuevamente maltratada y en los que los pequeños logros conseguidos por la pareja anteriormente citada (aprendió los fundamentos del lenguaje de señas, algunas frases cortas, a sonreír y a hacer dibujos para comunicarse) se esfumaron.

Debido a la orden judicial, se sabe poco de Genie en la actualidad. Lo único que se puede constatar es que la madre falleció alrededor del año 2002, que su hermano John sigue vivo y que ella, si es que sigue viva, está en una institución de cuidados para adultos ubicada cerca de Los Angeles. Jamás se sabrá el grado de desarrollo que hubiera podido alcanzar de haber seguido con su terapia cognitiva.

En este caso también existe una película basada en su historia Mockingbird Don´t Sing.

Ruth Burgos Gómez

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